Y llegó la adolescencia. Un día, de repente, vuestro  pequeño/a, deja de querer pasar tanto tiempo en familia, ya no le gusta que le achuchéis ( ¡y menos en público!), su habitación parece una leonera, pasa horas en su cuarto con la puerta cerrada, sus palabras más pronunciadas son monosílabos, y parece que todo su interés es salir o hablar con sus amigos

¿Os suena? Pues tranquilos, no le pasa nada grave, vuestro  hijo/a  acaba de emprender su transformación de niño a adulto, ha llegado a la (temida) adolescencia.

Es  importante que tengáis en cuenta que la adolescencia  es un proceso, no un resultado. Es el camino que todos recorremos en esta etapa del desarrollo para conocernos a nosotros mismos, y para buscar nuestro lugar en el mundo. Así que, todas esas cosas que hacen y dicen que ahora no entendéis y que os hacen sentir un poco “abandonados” por vuestros hijos, pasarán.

Los adolescentes tienen nuevas necesidades y será  importante que los adultos que les rodeamos, intentemos entenderlas, respetarlas y apoyarlas. Hoy destaco 4 de esas necesidades. Veámoslas:

  1. Privacidad

En esta etapa una de las necesidades más notables es la de un espacio propio en el que pasar tiempo. Ese espacio estará ordenado ( o desordenado) a su gusto, se compondrá de los elementos que ellos consideren importantes y será una parte más de su búsqueda de identidad.

En este sentido, yo siempre aconsejo a los padres de adolescentes que den un poco de tregua a sus hijos, para que su habitación ( su espacio de privacidad) la tengan como ellos prefieran. Que les permitan su desorden y sus gustos a la hora de decorarla o estructurarla. (A excepción del  espacio de estudio, que  sí que ha de estar limpio y bien organizado para optimizar el aprendizaje).

Para un adolescente es esencial tener un espacio al margen de la familia, un espacio donde no sentirse observado, ni controlado.

Además de los espacios físicos, en la actualidad, la privacidad la buscan también en sus redes sociales. Este tema del uso de la tecnología y redes sociales es lo sumamente complejo como para que lo aborde en otro artículo que os ofreceré pronto.

  1. Experimentar

Como ya he señalado al principio, en esta etapa del desarrollo, el principal objetivo es construir la propia identidad, encontrar los lugares que nos hace sentir bien, las formas de ser y actuar que nos diferencia del resto y nos gustan, saber en qué tipo de personas adultas queremos convertirnos.

Para conseguir este objetivo, será  esencial poder experimentar y vivir nuevas experiencias. Y dentro de esas experiencias, entran algunas que conllevan ciertos peligros y riesgos.  Una característica de la adolescencia es precisamente  la baja percepción de peligro, así que ahí está una de las grandes dificultades para los adultos que convivimos con adolescentes: ¿cómo permitirles experimentar ciertas cosas que sabemos que conllevan peligro? ¿cómo encontrar equilibrio entre la seguridad  y la libertad que ellos necesitan? La respuesta más coherente, en mi opinión, es el dándoles espacio y  manteniendo una comunicación fluida y libre de juicios.

Es importante entonces crear un clima, una atmósfera, en la que el adolescente no tenga la necesidad de mentir, en la que se sienta seguro de decir la verdad, al menos la mayor parte del tiempo.  Así, vemos que la comunicación bilateral se hace esencial en esta etapa.

¿Cómo conseguir ésto? Os doy algunas pautas:

  • Empatizad con sus motivaciones y necesidades.
  • Escuchad y validad sus emociones.
  • Valorad y respetad su punto de vista, aunque no lo compartáis.
  • Confíad en sus habilidades y potenciales.
  • No baséis vuestras conversaciones en sermones y charlas aleccionadoras. Intentad mostraros comprensivos y cercanos a sus explicaciones.
  • Dejad que sean ellos mismos quienes experimenten las consecuencias de sus actos.
  • Hacedles responsables de sus errores, pero no les juzguéis por ellos.
  • Mostraros receptivos y abiertos a ayudarles cuando no sepan resolver por sí mismos sus problemas o conflictos.
  •  No os quedéis sólo en los actos para penalizarlos, mostrad vuestra comprensión y explicadles vuestro punto de vista, para que entiendan bien los límites que queréis marcar.
  • Manteneros firmes en vuestras decisiones, pero capaces también de flexibilizar y dialogar para llegar a acuerdos.

Respetar su libertad  no significa abandonarlos a su suerte. Significa confiar en su capacidad para enfrentarse al mundo que está experimentando. A la vez, será esencial que perciban claramente vuestra figura, como un apoyo y una guía de cómo y por dónde  caminar, en ese proceso de búsqueda y experimentación.

 

  1. Ajuste Social 

Para los adolescentes es muy importante rodearse de personas con las que compartan gustos y puntos de vista. Identificarse con sus iguales y buscar núcleos sociales que les hagan sentirse parte de un grupo. Comienza una etapa en la que lo social tiene una potente influencia para ellos.

Volvemos a tener que hablar aquí de respeto y de equilibrio, ya que será importante buscar ambas en este proceso de dejarles ser, a la par que protegerles y guiarles.

Es comprensible que el miedo a los posibles peligros a los que se expone el adolescente cuando sale, la posibilidad de que se “junte con malas influencias”, o que conozca a personas que le hagan sufrir, lleve a los padres a querer saber. Pero no es buena idea interrogar y obligar a los hijos a contar lo que no quieren contar. Si la comunicación es fluida y existe confianza, no será difícil poder estar al tanto de los grupos de amigos y compañeros con los que se relaciona. Por eso, toma de nuevo mucha importancia, las pautas de las que hemos hablado unos renglones más arriba.

Me parece buena idea, que de una forma amable y cercana, se marquen algunas pautas para llegar a negociaciones en las que ambas partes podáis estar a gusto. Por ejemplo, si tiene un nuevo grupo de amigos del instituto y ha comenzado a salir con él, pedirle que haya algún momento en el que podáis conocerlos. Esto no funcionará, si vuestra tendencia es juzgar el aspecto o las maneras de actuar de otros jóvenes, ya que vuestro adolescente no querrá que sepáis quienes forman su círculo porque no querrá escuchar vuestros sermones sobre ellos.

 

  1. Guía y apoyo

 

Los adolescentes han de tener una guía para saber qué límites pueden y no pueden cruzar.

No me gustaría que se confundiera mi mensaje de dar libertad de elección y actuación, con el dejarles que hagan lo que quieran cuando quieran y con quien quieran. La búsqueda de este equilibrio entre establecer normas y consecuencias de manera clara, a la par que  ser flexibles y comprensivos, es una de las cosas que más cuesta en esta etapa a los padres.

Para llegar a este punto, vuelvo a hacer referencia a las pautas que os daba al principio: no juzgar, mostraros cercanos, abiertos y receptivos. Respetar sus gustos y preferencias.  Ser firmes y claros en vuestras normas y necesidades. Mostraros flexibles y capaces de negociar. No abusar de los sermones y penalizaciones y ofrecerles apoyo cuando se vean en dificultades.

Esta mezcolanza será la perfecta para conseguir que el adolescente confíe en vosotros y a la vez respete vuestras guías y normas.

 

En definitiva, convivir con un adolescente es una tarea compleja y a veces algo agotadora, pero muy gratificante cuando les veis crecer y convertirse en personas valiosas, buenas y con motivaciones. Así que mi consejo, mucha paciencia, mucha comunicación y si en algún momento necesitáis guía para ser la guía de vuestros adolescentes, no dudéis en acudir a un profesional que os ayude.

 

 Itziar Sainz-Pardo