4 estilos de Educación, 4 estilos de Evolución.

Ya hemos hablado en anteriores ocasiones, de la gran influencia que los padres tienen en la forma en que sus hijos se desarrollan y afrontan determinadas situaciones.

Pues bien, hoy os explico cómo el patrón de educación que los padres utilizan, conlleva consecuencias evolutivas para el ajuste socio-emocional de sus hijos.

Hay muchos autores y teorías que hablan de las dinámicas familiares y de los estilos educativos.  Existen diferentes formas de llamar a los estilos, pero todas las teorías acaban señalando las mismas consecuencias en los niños de unos y otros.

Se conocen 4 estilos educativos y se diferencian según el grado de 2 variables:

                                    Grado de Afecto y Comunicación: alto o bajo

                                    Grado de Control y Exigencias: alto o bajo

 

Veamos uno a uno, cada uno de los estilos educativos y las características más destacadas de los niños criados en cada uno de ellos:

 

1. ESTILO EDUCATIVO AUTORITARIO

 

Grado de Afecto y Comunicación: bajo

Grado de Control y Exigencias: alto

  • Padres que imponen sus normas sin lugar a la discusión.
  • Castigan  las conductas inadecuadas, muchas veces sin dar una explicación del motivo del mismo. Los padres creen que a los niños no se debe de dar demasiadas explicaciones, el castigo por sí mismo es suficiente para disuadir la conducta del niño.
  • Son exigentes en cuanto a la madurez de sus hijos: esperan conductas que no son acordes con la edad del menor.
  • No suelen comunicarse adecuadamente con sus hijos puesto que consideran que el diálogo es superfluo.
  • No buscan explicación de las conductas en la emoción. Sólo les preocupa erradicar la conducta que no les gusta, sin prestar atención al porqué de la misma.
  • Suelen tomar las decisiones por sus hijos basándose en sus propias motivaciones y creencias y no en la de sus hijos.
  • La expresión de afecto es baja. No suelen expresar abiertamente afecto a sus hijos, ni con palabras, ni con gestos.
  • No tiene en cuenta los intereses y necesidades de los niños.

Los hijos de padres autoritarios:

  • Suelen sentirse culpables por no llegar nunca a satisfacer del todo a sus padres.
  • Suelen ser niños con baja autoestima y falta de confianza en sí mismos.
  • Suelen tener pocas habilidades sociales.
  • Normalmente todos son sumisos y obedientes de cara a sus progenitores autoritarios. En cuanto a su conducta una vez sus padres no están, pueden ocurrir dos cosas: que sean mucho más irresponsables y tengan peores conductas que otros chicos o que efectivamente, se muestren sumisos y cohibidos ante cualquier persona de su alrededor.

 

2. ESTILO EDUCATIVO PERMISIVO

 

Grado de Afecto y Comunicación: alto

Grado de Control y Exigencias: bajo

  • Altos grados de afecto y comunicación pero unido a una ausencia de control y de exigencias de madurez.
  • Son los intereses y deseos del niño los que dirigen la interacción entre el adulto y el niño.
  • Consideran que no han de usarse ni premios ni castigos en la educación. Y si los utilizan, normalmente no los cumplen.
  • No limitan ni establecen normas a cumplir y a aprender, por pena, por falta conciencia de su utilidad o por comodidad propia.
  • Suelen estar muy encima de sus hijos, opinar sobre todas sus cosas y necesitar un contacto continuo con ellos.

Los hijos de padres permisivos:

  • A primera vista son niños entusiastas y vivaces,  pero suelen ser inmaduros y con poca confianza en sí mismos.
  • Suelen carecer de autocontrol cuando las cosas no se hacen cómo y cuándo ellos quieren. A eso están acostumbrados en casa, donde el ritmo lo marcan ellos.
  • Normalmente son niños poco persistentes en las tareas. Les falta paciencia para ensayar y esforzarse con el objetivo de conseguir mejorar en las actividades que hacen.
  • Les suele costar tomar decisiones por sí mismos y necesitan la constante aprobación del adulto.
  • Tienen una baja tolerancia a la frustración y muestran respuestas negativas ante ella.

 

3. ESTILO EDUCATIVO INDIFERENTE

 

Grado de Afecto y Comunicación: bajo

Grado de Control y Exigencias: bajo

  • Son padres con escasa implicación en la tarea de crianza y educación.
  • Son fríos y distantes con sus hijos. No suelen mostrar abiertamente afecto por ellos.
  • Existe escasa sensibilidad a las necesidades de los niños. Su foco de atención no son sus hijos, si no ellos mismos u otras personas.
  • La ausencia de normas a veces se ve mezclada con duros e incoherentes castigos por determinadas conductas que creen indebidas en sus hijos.
  • Los roles en la familia no están claros, pueden existir conductas no propias de la edad por parte de cualquiera de los miembros.
  • Les dan mucha libertad de movimiento sin preocuparse de los peligros o temores del menor.
  • Suele existir excesiva permisibilidad ante conductas de riesgo y poco diálogo y explicaciones al respecto.

Los hijos de padres indiferentes:

  • Al no recibir normas, límites, afecto, tiempo compartido con sus padres, suelen ser niños que crecen con una baja autoestima y una falta considerable de habilidades sociales.
  • No están acostumbrados a hacerlo, así que fuera de casa no suelen acatar ninguna norma.
  • Suelen ser niños poco sensibles a las emociones de los demás. No han podido desarrollar empatía.
  • Son niños muy vulnerables a conflictos personales y sociales.

 

4. ESTILO EDUCATIVO DEMOCRÁTICO

 

Grado de Afecto y Comunicación: alto

Grado de Control y Exigencias: alto

  • Niveles altos de afecto, de exigencias y de control. Son padres muy cálidos pero al mismo tiempo exigentes y firmes.
  • Estimulan la madurez de sus hijos, dándoles responsabilidades propias de cada etapa de desarrollo.
  • Les ponen límites y hacen respetar las normas de una manera positiva.
  • Son comprensivos, afectuosos y fomentan la comunicación como medio de solución de los problemas que puedan existir.
  • Se muestran sensibles a las necesidades de sus hijos, estimulan la expresión de sus necesidades y les dejan un espacio para que empiecen a ser responsables y autónomos.
  • La relación entre padres e hijos se caracteriza por el diálogo, el consenso como forma para que los niños comprendan las diferentes situaciones del día a día.
  • Sus normas son coherentes y no rígidas.
  • Prefieren el razonamiento y la explicación más que la imposición.
  • Estimulan que el niño se esfuerce en conseguir una meta pero conocen el ámbito de las posibilidades de sus hijos. No les presionan con aquello para lo que no están aún preparados.
  • Fomentan la iniciativa de sus hijos asumiendo que van a cometer errores y no les penalizan por ellos, si no que valoran el esfuerzo realizado.

Los hijos de padres democráticos:

  • Suelen ser niños con una buena autoestima y buen concepto de sí mismos.
  • Les suele resultar más sencillo ser generosos con los demás.
  • Normalmente son niños competentes socialmente.
  • Suelen ser persistentes en las tareas que emprenden, entendiendo que tienen que mejorar y sintiéndose capaces de ello.
  • Son niños que suelen tener un buen autocontrol de sus emociones.
  • A menudo son niños asertivos y con buena empatía.

 

Visto todo esto, el ejercicio que todos los padres  deberían de hacer es pensar qué es lo que anhelan para sus hijos y qué tipo de persona quieren que sean. Así, creo que todos llegaremos a la conclusión de que el estilo educativo que más beneficios a corto y largo plazo tiene es el Democrático. A partir de ahí el siguiente paso será trabajar para llegar a ejercer dicho estilo educativo. Y aquí es donde en ocasiones los padres necesitan ayuda de un profesional de la psicología familiar, para modificar las conductas y pautas educativas que están utilizando con sus hijos, por no ser las más adecuadas para su desarrollo.

Hay muchas emociones, experiencias y vivencias personales de la propia infancia y de los patrones que con nosotros usaron, que influyen en la manera en que nos comportaremos con nuestros hijos. Pues bien, ahí radica la dificultad de ser padres. Se tiene la responsabilidad de trabajar el propio interior, las propias  emociones, las debilidades, las fortalezas  y los  miedos, para poder ser capaces de comportarse con los hijos de una manera sana, justa, respetuosa, amable, estable, coherente, firme, afectuosa, cercana, disciplinada, comprensiva, dialogante, sensible y positiva (casi nada..¿eh?).

Nadie dijo que fuera fácil. Es un trabajo duro y complicado, pero que sin duda se ve recompensado al ver crecer a los niños felices, autónomos, empáticos, amables, con confianza en sí mismos y con ganas de experimentar el mundo y de mejorar aquello con lo que no están de acuerdo. Niños que saben gestionar sus emociones, que saben levantarse cuando alguna piedra les hace caer y que saben que pase lo que pase, vosotros, sus padres, estaréis ahí para apoyarles.

¿Os veis con motivación para intentarlo? Yo os animo a hacerlo, de verdad, merecerá mucho la pena 🙂

 

Itziar Sainz-Pardo Fernández-Díez.